El desayuno es bien conocido como la comida más importante del día, aún así es uno de los hábitos más sacrificados en la vida moderna. Les contaremos un poco lo que sucede en nuestro organismo al tomarse sólo un café o saltarse completamente la ingesta de alimento por la mañana y comenzar a hacerlo hasta el almuerzo, les aseguramos cambiará su percepción de mantenerse en ayuno.

Al sonar el despertador inmediatamente el cerebro reacciona ante la necesidad de energía para iniciar el día, su combustible es la glucosa por lo que solicita a la primer neurona disponible lo entere del nivel que hay de ella en nuestra sangre.

Al dormir nuestro cuerpo requirió de energía para llevar a cabo muchos procesos de restauración y limpieza de nuestros órganos por lo que trabaja con el alimento que le proporcionamos antes de irnos a dormir; entonces nuestro cerebro recibe respuesta de que sólo hay azúcar para unos 15 o 20 minutos de actividad, por lo que pide al hígado mande sus reservas, las cuales al liberarlas contribuyen para otros 20 o 25 minutos adicionales únicamente.

En total todos esos gramos de glucosa alcanzan para unos 45 minutos, durante ese tiempo el cerebro ruega para que se nos ocurra tomar un desayuno, si nos resulta insoportable comer en la mañana o estamos apurados y simplemente no lo hacemos nuestro cerebro entra en estado de emergencia y emite una ¡Alerta máxima!. Ordena a la cortisona sacar lo que pueda de las células musculares, los ligamentos de los huesos y el colágeno de la piel, por lo que pone se ponen en marcha los mecanismos para que las células dejen salir sus proteínas que pasarán por el hígado para ser convertidas en glucosa sanguínea, este proceso desesperado soporta todas nuestras acciones corporales hasta que volvamos a comer.

Entonces quien no desayuna, se come sus propios músculos, se auto devora, se auto consume. Las principales consecuencias es la pérdida de tono muscular y que el cerebro, en vez de ocuparse de sus funciones intelectuales se pasa la mañana accionando sistemas de emergencia para obtener el combustible necesario que nos permita seguir activos, sin olvidar que nuestro corazón también es un músculo que al “devorarlo” se ve afectado por la falta de desayuno.

Además de lo anterior, al comenzar el día sin un desayuno nuestro cuerpo implementa una estrategia de ahorro energético y disminuye el metabolismo porque nuestro organismo no sabe si ese ayuno será por varias horas o por días y se previene tomando medidas severas por lo que al decidirnos a tomar alimentos nuevamente se aceptan como excedentes desviándose al almacén de -grasa de reserva- y engordamos.

Diversos estudios científicos respaldan que el no ingerir desayuno o no hacerlo adecuadamente aumentan en gran porcentaje sufrir infartos, diabetes, hipertensión, niveles altos de colesterol malo y triglicéridos, entre otros muchos trastornos cardiovasculares, también deficiencia en hierro, dolores de cabeza, gastritis, sarcopenia -pérdida de masa muscular- y un bajo desempeño académico, laboral y físico.

El desorden metabólico que causa no mantener los niveles de azúcar en sangre constantes ocasionan que por las tardes se presente un deseo incontrolable por consumir nutrientes pero se le da prioridad a los dulces o comida poco saludable, afectando nuestra salud.